Salamanca es uno de esos rincones de la geografía nacional que enamora, a primera vista, y es un amor para toda la vida. Sus calles, llenas de vida y frenética calma estudiantil, su Plaza Mayor, uno de los más bellos ejemplos de Barroco Español; su doble catedral, reinante sobre la ciudad dorada; sus palacios y conventos, sus vistas sobre el Tormes, la joya absoluta de la Fachada de la Universidad, su gastronomía -que decir de ese pequeño obrador en Rúa Mayor llamado París, una obra maestra. Y los recuerdos, tantos y tan buenos, en cada rincón.
Salamanca, lo tiene todo, y parafraseando, si no existe, Salamanca no lo presta.
Entre su muchas -muchísimas- joyas, en lo alto de la antigua muralla, se encuentra la hermosa Casa Lis. La existencia de este edificio se debe a la relación entre su propietario, Miguel Lis -empresario industrial- y Joaquín de Vargas y Aguirre, un arquitecto andaluz que vivía en Salamanca.
Miguel Lis fue un empresario que, heredando el negocio de encurtidos familiar, impulsó el desarrollo industrial a finales del XIX y mejoró la producción y su situación económica. Por ello, como parte de esa burguesía del XIX, adquirió los terrenos para la construcción de un palacete como residencia familiar. La finca, en uno de los tramos de muralla, se encuentra en un gran desnivel. Para su diseño y desarrollo, y dentro de su mentalidad modernista, quiso contar con el trabajo de Joaquín Vargas.
Vargas nació en 1855 en Jerez, y se trasladó a Madrid para formarse en arquitectura, obteniendo el título en 1883, estudiando a su vez Ciencias Exactas, carrera que finalizó en 1886. Sus dos primeras influencias, del arquitecto español Enrique Repullés y Vargas y del francés Viollet-le-Duc le llevaron a la denominada arquitectura del hierro, que sería un referente en su obra de este momento. En 1890 obtuvo la plaza de arquitecto provincial de Salamanca, y entre sus obras destaca el Mercado de Abastos -donde es evidente esa influencia de la arquitectura del hierro- la finalización del Palacio Episcopal de Salamanca o la mágica Casa Lis.
Es un perfecto ejemplo de arquitectura del hierro con elegantes dosis de modernismo. Su construcción comenzó a finales del XIX y en 1906 se inaugura, siendo una obra bastante eficaz y rápida en la época. Es el único ejemplo de arquitectura modenista de Salamanca.
En 1917, la casa pasó a ser residencia de Enrique Esperabé, que fue rector de la universidad y con el tiempo, fue cambiando de manos hasta que fue abandonada en los años 70. Este abandono casi acaba con el edificio, pero en 1981, el ayuntamiento se hizo cargo de su remodelación y restauración, hasta que abrió sus puertaas al público en 1995 como Museo Art Nouveau y Art Déco, gracias a la donación de la colección de Manuel Ramos Andrade.
El museo cuenta con una extensa colección de unas 200 piezas que recorren unos 70 años de historia del diseño, de finales del XIX hasta mediados del XX, la colección incluye artes decorativas del Art Nouveau y Déco europeo, piezas de Fabergé, cerámica de Zuloaga, Benlliure o Rosenthal; vidrios de los talleres de Pallme König o Loetz; muebles de Busquets o una de las colecciones más interesantes de piezas crisoelefantinas - esculturas de madera cubiertas de marfil y oro- porcelanas de Capodimonte, esmaltes de Limoges, etc.
Y por supuesto, un edificio que es en sí mismo una de las piezas más importantes del museo.
Visitar la Casa Lis es hacer un viaje en el tiempo a un periodo en el que las artes decorativas adquirieron un valor cercano al de las artes mayores y que permitió el desarrollo artesano e industrial de la europa de entreguerras. Además, visitar la Casa Lis permite disfrutar de una ciudad absolutamente fascinante.
MUSEO ARTE NOUVEAU Y ART DÉCO CASA LIS
De lunes a viernes, de 11 a 17h.
Sábados, de 11 a 20h.
Domingos, de 11 a 15h.
C/ Gibraltar 14, Salamanca (Salamanca)
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