De nuevo, como en Halloween, este viernes la propuesta de museo para visitar es el Museo del Prado, pero en esta ocasión, aprovechando las fiestas, vamos a hacer un recorrido por algunas de las obras del Museo del Prado que tienen como temática principal la Navidad, o existe alguna curiosidad relacionada con esta época del año.
El arte occidental de los últimos 20 siglos es inseparable de la tradición cristiana y suma un importante número de obras -la mitología y los retratos de nobles y reyes deben sumar con la pintura religiosa cerca del 90% de la creación artística- y es que somos herederos de un proceso histórico barnizado de cristianismo. En pleno siglo XXI, la Navidad sigue siendo una celebración importante que, aunque en algunas familias y entornos ha perdido su profundo sentimiento cristiano, es puramente religiosa.
El nombre de la Navidad deriva de la palabra latina
nativitas, es decir, nacimiento. El 24 de diciembre se celebra el nacimiento de Jesús, aunque el inicio del ciclo cristiano se establece en la Anunciación de la Virgen María, el momento en el que el arcángel Gabriel le comunica a María que es la Madre de Dios. Es un tema tremendamente representado durante el final de la Edad Media y el Renacimiento, muy frecuente entre los pintores flamencos como
Jan van Eyck o el
Maestro de Flemalle; además de autores del incio del Renacimiento como el que aquí se presenta,
La Anunciación del italiano
Fra Angélico -cuadro que analizamos en profundidad en otra entrada del blog, disponible
aquí- o de autores más tardíos como
El Greco -del cual podemos ver alguna de estas anunciaciones en el museo e incluso, una Adoración de los Pastores. Fra Angélico -Rupecanina 1395, Roma 1455- realizó dos versiones casi identicas de este momento, la que se puede visitar en el Museo del Prado y un fresco para el convento de San Marcos.
El ciclo de María continua con la Visitación a su prima Isabel y automáticamente, se pasa al nacimiento de Cristo, sin embargo, es un momento importante dentro del proceso la situación en la que se encuentran María y José al llegar a Belén.
Abel Grimmer -Amberes 1579, 1618- fue un pintor especializado en paisajes que, aprovechando esa maestría, realiza una obra de un paisaje urbano con temática religiosa, con el título de
José y María buscan posada a su llegada a Belén, se representa el momento previo al nacimiento. Es un cuadro que, lamentablemente, solo es visitable en su versión
digital, al encontrarse en almacén.
El nacimiento de Cristo es muy posible que no se produjese en esta época del año, y que sin embargo, la Iglesia recombinase el calendario para solapar una festividad cristiana con anteriores celebraciones paganas, como las fiestas al dios Mitra en Roma -un dios de origen Persa, relacionado con el sol y por tanto, con la fiesta del
Sol Invictus, es decir, el solsticio de invierno- y la
Saturnalia o
Saturnales, una fiesta celebrada en Roma desde el 217 a. C. en honor de Saturno hacia el 17 de diciembre, donde se encendian luces, se adornaban las casas con plantas y se hacían regalos. A día de hoy, la Navidad es nieve, luces, plantas y regalos, demostrando una vez más que somos más romanos de lo que creemos.
Francisco Collantes -Madrid 1599, 1656- realiza un
Paisaje de Invierno con la Adoración de los Pastores, quizá la postal más navideña que podremos observar entre los lienzos del Prado, al incluir una auténtica y blanca Navidad. Este lienzo también se encuentra en el almacén, pudiendo verse su versión digital
aquí.
Siguiendo en orden, la tradición cuenta que un ángel se presentó a unos pastores que había cerca para comunicarles el nacimiento de Dios, siendo ellos los primeros que se aproximaron al pesebre a presentar su respeto.
Bartolomé Esteban Murillo -Sevilla, 1617, 1682- representa este momento en su obra la
Adoración de los pastores, una obra que se localiza en el interior del pesebre, con un foco de luz frontal y un tenebrismo propio de la época que en sus obras, irá perdiendo buscando un luminísmo que caracterizará sus virgenes más adelante. Entre los personajes, identificamos a los pastores, la Sagrada Familia y los animales -buey, mula, gallinas y una oveja para reflejar la profesión de los aquí presentes.
Y llegando al momento cumbre, uno de los temas más representados en las obras de temática navideña, nos encontramos con la Adoración de los Reyes Magos. Es una temática que se encuentra con muchísima frecuencia, pues los Reyes Magos eran personajes de rango social elevado que, acompañados de un gran sequito y portando sus regalos, adoraban a una familia de clase humilde, un gesto de importancia dentro de la tradición artística. Una de las primeras representaciones de los Reyes se encuentra en la Iglesia de San Apolinar el Nuevo en Rávena, donde llama la atención que son 3 hombres blancos de 3 edades diferentes. La aparición de Baltasar como un hombre negro tardará unos siglos en surgir. Por otro lado, se ha aceptado tradicionalmente que son 3 porque se mencionan tres regalos en la Biblia, pero dependiendo del país, puede variar este nñumero -en Armenia, por ejemplo, son 12. Existe muchísimas obras con esta temática en el museo, pero nos quedamos con 4.
Hans Memling -Seligenstadt 1430, Brujas 1494- realiza un tríptico en el que se representa la Sagrada Familia en el ala izquierda, en el pesebre, únicamente acompañados de un ángel, en el ala izquierda, se representa la presentación en el templo, como era preceptivo en la tradición judía y en el centro, el momento de la llegada de los reyes al pesebre.
El Bosco -Bolduque 1450, 1516- realiza también un tríptico -que se cree formaba parte de alguno de los altares de la Catedral de Bolduque. Con las alas cerradas, la escena representa la Misa de San Gregorio. Al abrirlo, nos encontramos la escena de los reyes en la tabla central, mientras que las laterales incorpora dos retratos, un hombre y una mujer. En el ala izquierda se representa al donante -muy habitual en este periodo representar a quién pagaba por la obra en la propia obra- Peter Bronckhorst con San Pedro y San José de fondo sencando pañales; a la derecha se representa a su esposa, Agnese con Santa Inés, su santa patrona. En el blog se ha hablado de él y su obra en general
aquí.
Peter Paul Rubens -Siegen 1577, Amberes 1640- realizá un enorme lienzo cargado de personajes, donde una gran caravana llega hasta la cuna donde se encuentra Cristo recien nacido, un cuadro en el que destacan las calidades de las telas, la intensidad de las luces -destacando la propia luz que emite Cristo- y la solemnidad de los tres reyes. El cielo, aunque se observa poco, está cargado de color, oculto por la presencia de dos querubines y un árbol, ocultando ligeramente pero con inteligencia, el punto de perspectiva.
Diego Velázquez -Sevilla 1599, Madrid 1660- en contraposición, representa una obra más íntima con solo 7 personajes, los tres miembros de la Sagrada Familia, los tres Reyes Magos y un paje, todo ello en un ambiente muy oscuro, donde destacan las ropas blancas de Cristo y la cara de la Virgen como únicos lugares donde la luz llama la atención. Como curiosidad, la Virgen es un retrato de la esposa de Velázquez y Cristo es una de sus hijas. Con un fondo en penumbra que intuye un anochecer en la parte superior izquierda.
Es Velázquez también el autor de
La fragua de Vulcano, un cuadro nada navideño y que quizá sorprenda su inclusión en esta lista, pero cabe destacar que igual que se representaban ángeles anunciando a los pastores el nacimiento de Jesús, Velázquez emplea en la fragua la misma temática adaptada, siendo los pastores unos artesanos del metal y el ángel, el propio dios Apolo. Es habitual en sus cuadros mitológicos encontrar este tipo de juegos o engaños.
Por último, no hay nada más navideño que reunirse con la familia, y uno de los mejores retratos de familia del museo es el de
Francisco de Goya -Fuendetodos 1746, Burdeos 1828- de La familia de Carlos IV. Su inclusión en este recorrido es obligada, aunque por una mera efeméride. El cuadro fue realizado entre el verano de 1800 y el de 1801, y mostrado a su majestad en diciembre de 1801, parece ser, que el 25 de diciembre según cuenta la tradición. Un cuadro en el que se presenta a la familia de Carlos IV con el propio autor autorretratado en el fondo, en la penumbra, en un fantástico homenaje a Las Meninas de Velázquez. Un lienzo que oculta matices y su observación de telas, encajes y joyas, demuestra la maestría tan absoluta del pintor zaragozano.
De lunes a sábado de 10 a 20h.
Domingos y festivos de 10 a 19h.
Paseo del Prado s/n
Metro L1 Estación del Arte
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