Entrevista a Mario Sanca, escritor

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Como todos los años, y desde hace una década, hoy he visitado en el Parque del Retiro, la Feria del Libro de Madrid -que estará hasta el próximo domingo 26 de septiembre. Le tengo mucho cariño a la feria, y es un lugar mágico, atractivo, pero que siempre me recuerda que tengo menos espacio, menos dinero y menos tiempo del que me gustaría para poder leer más libros.

Este año, aprovechando mi paseo por la feria, he podido entrevistarme con el escritor Mario Sanca, nacido en 1986 en Talavera de la Reina, y afincado en Madrid. 

Hemos paseado, charlado y disfrutado de la feria mientras hablábamos de su último libro -Café y tarta, a la venta en Amazon- y de sus próximos proyectos. Un paseo y charla que hemos compartido entre caseta y caseta.


¿Cómo comenzó tu carrera de escritor?


Diría que en el 2018. Hacía años que escribía, pero fue a partir de ese momento cuando empecé a buscar información sobre cómo ser escritor. Y en todos los artículos y videos que veía sobre el tema, en todos, te decían que había que dejar de verlo como algo que haces en tu tiempo libre y más como un trabajo. Así que comencé a ponerme objetivos diarios: tenía que escribir un número de palabras, leer tantas páginas de una novela y hacer publicaciones en redes sociales. Ya no solo era escribir, sino organizar y profesionalizar la escritura.


¿De dónde surgen las ideas para una novela?


De cualquier sitio. Una película, una serie o incluso otra novela. Con Café y tarta, como no podía ser de otra forma, surgió de una cafetería: tomaba un café y un pedazo de tarta antes de entrar a trabajar y vi, a uno de los camareros, preguntar por la familia a uno de sus clientes. Ambos empezaron a hablar con muchísima confianza y, poco a poco, se empezó a crear la idea de la historia en mi cabeza.


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¿Cómo construyes un libro?


Una vez tengo una idea, lo primero que hago es definir a los personajes principales: me
hago un archivo con una descripción física, de personalidad, cosas que les gustan y un poquito de su historia. Una vez tengo esto empiezo con lo que es la escaleta o estructura de la novela: por un lado divido lo que va a ser la historia principal y las secundarias (asignándolas diferentes colores), y luego, en párrafos cortos, resumo que va a pasar en cada capítulo, de esta forma ya sé dónde van los giros o cómo va a terminar antes de escribirla. Aunque, claro, esta es la teoría, porque luego la novela tiene vida propia y van surgiendo cambios a medida que escribes: eliminas escenas que no aportan, añades otras que surgen que resultan ser mucho más nutritivas para la historia o cambias personajes.


¿Qué detalles son fundamentales para desarrollar tus personajes?


Que no sean perfectos. Odio esos personajes que les da tiempo a trabajar, quedar con los amigos, ir al gimnasio, cuidar a sus hijos, hacer la cena y tener la casa recogida. ¿Cómo lo hacen? ¡A mí apenas me da tiempo a hacer tres o cuatro! Creo que las pequeñas imperfecciones hacen que los personajes sean mucho más humanos, lo que nos ayuda a identificarnos con ellos y entrar en la historia.


¿Qué te impulsó a escribir café y tarta?


El reto que podría suponer. En aquella cafetería, cuando la idea iba cobrando forma, me surgió una pregunta. ¿Sería capaz de escribir una novela que, toda ella, se desarrollase en un mismo lugar? Me pareció algo diferente y que no había encontrado en ninguna otra novela. ¡Y salté a la piscina! Quise intentarlo y resultó que había agua. Fue toda una alegría, y un chute de motivación, ver que había sido capaz de crear una historia así. Desde entonces, ese componente de “reto”, lo intento llevar al resto de mis novelas.


¿Cómo definirías la novela?


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Aunque el término oficial sería una novela feelgood contemporánea, me gusta más definirla como una novela que habla de relaciones. No solo la que estableces con tu familia o amigos, sino la relación que mantienes con tu trabajo y contigo mismo. Y, como en todas las relaciones, hay momentos de risas, de alegrías y de felicidad, pero también de tristeza, rabia y pena. Momentos amargos y dulces.


¿Qué parte disfrutaste más con este libro?


¿Solo una? ¡No me hagas esto!. A ver, si tuviera que escoger una… Diría que es una escena en la que aparecen los dos protagonistas, Jaime y Elena, con Roberto y Paco, por el final del libro; es un diálogo muy rápido, fluido y con apenas incisos, en la que hablan sobre lo que era y lo que no era una cita. Para mí fue como escribir una conversación que he podido tener con amigos. Disfruté mucho de esa escena. ¡Pero como extra! Otra escena que también disfruté muchísimo, fue cuando aparece Susana por primera vez. La recuerdo con mucho cariño.


¿Has podido probar todas las tartas?


¡Ojala! No ha sido por falta de ganas. Aparecen cuarenta y un tipos de tartas diferentes en toda la novela y, aunque me habría encantado —por una cuestión de documentación, no porque a mí me apasione el dulce—, ha sido imposible. Sí te diré que estoy buscando las recetas de todas ellas y, mi idea, es hacerlas yo mismo poco a poco. Incluso hacer una nueva edición añadiéndolas. Pero eso lo dejaremos para más adelante.


¿Ya estás trabajando en tu próxima novela?


Sí. Ahora mismo estoy con dos a la vez. Por un lado tengo una historia ya terminada, que está en manos de lo que llamamos un lector cero —una persona que lee la novela antes de que se publique, para darte su opinión—, que en cuanto me devuelva sus anotaciones, mandaré a la correctora de estilo y ortografía; y, mientras ese momento llega, estoy escribiendo otra novela de la que llevaré unas veinte páginas solo. La idea es que, esta primera, pueda publicarla a principios de 2022, y la segunda esté lista para finales de ese mismo año.


¿Qué tres libros recomendarías por considerarlos básicos para cualquier lector?


¿Solo tres? Difícil… El primero, sin ningún tipo de duda, sería Momo, de Michael Ende. Para mí es una novela con muchos niveles. Tanto un niño como un adulto pueden leerla y cada uno de ellos sacará mensajes muy importantes. El segundo sería Pálida luz en las colinas, de Kazuo Ishiguro. Este me lo recomendó mi correctora, L.M. Mateo, y tiene unos diálogos increíbles! Son claros, sencillos, sin incisos innecesarios, que transmiten mucho sin necesidad de explicarlo. Y el tercero… Cuéntaselo a otra, de Isabel Keats. Una novela con mucho sentido del humor, muy bien llevado, y que te deja un regusto al final, ¡tan bueno! Lo estuve saboreando varios días después de terminarlo, y creo que es algo que todo buen libro tiene que tener: ese sabor que se te queda ahí aunque pase el tiempo.


Mario es activo en diferentes redes sociales, como él mismo ha comentado y os animo a seguirle en su Instagram o twitter

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