Sueños
“No duermas para descansar, duerme para soñar.
Porque los sueños están para cumplirse”
La semana pasada escuché la frase que abre esta entrada. Es una frase que corresponde a Walt Disney, quien fundó la productora que lleva su nombre y que a menudo es referida como factoría de sueños entre otros apelativos. Mucho se ha discutido sobre el aspecto político de su obra, el legado de su empresa o su forma de controlar parte del mercado filmográfico, pero me gustaría quedarme con la parte creativa como artísta. Walt Disney permitió el avance de la industria de animación en muchos aspectos técnicos y dejó en la cultura popular un importante legado de cortometrajes y largometrajes que forman parte de nuestra herencia reciente.
"Mientras estamos dormidos en este mundo,
estamos despiertos en el otro."
Esto me ha llevado a recordar a otro personaje que creía en los sueños como su fuente primordial de inspiración, el ampurdanés Salvador Dalí (amigo de Disney y autor de la segunda cita) y que llevó a cabo en su obra surrealista el método crítico-paranoico que se basaba, entre otras cosas, en las ilusiones creadas en nuestro subconsciente como referencia de la obra surrealista. He de decir que le considero uno de mis autores favoritos, creador de un universo mágico cargado de perspectivas imposibles, lugares extraños y criaturas bizarras. Salvador se disfrazó de Dalí para llevar a cabo una extensa carrera histriónica.
Ambos personajes acabaron conociéndose y forjando una alianza (tanto personal como profesional) que por desgracia, no fue concluida en vida por ninguno de los dos, el cortometraje Destino.
Disney fallecería en 1966 y Dalí en 1989, y no sería hasta finales de los años 90 cuando se retomó el proyecto que vería la luz en el año 2003, como un homenaje póstumo a dos creadores de sueños.
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